SEGUNDA ENTREGA
¡Hola
amigos (as)!
Siento un gran
desasosiego cuando alguien me llama escritora, literata, intelectual o cosas
por el estilo ¡Pero si lo único que hago es escribir lo que se me ocurre! Y como puedo, además. Mi primera reacción en esos casos es tratar
de hacerme invisible. Pero eso es muy muy difícil, aunque lo sigo intentando
cada vez más porque, dada mi condición humana, los riesgos de llamarme así son muchos. Podría, por ejemplo, perder la naturalidad por la seria
responsabilidad que implican esos adjetivos, o creerme el cuento y luego andar
por ahí con el cuello estirado mirando a los demás con el rabillo del ojo. Hay
más gente así de lo que usted imagina. Y no quiero perder este hermoso espacio
de libertad en el que puedo domar a mis intranquilos y cada vez más numerosos
fantasmas mentales; en el que puedo hacer “ajuste de cuentas” a esos malos
momentos que a todos nos presenta el oficio de vivir. No es afición, es
terapia. Por eso, más que escritora, me
siento identificada con un término que Vargas Llosa hizo famoso, años ha, con su novela “Tía Julia y el
Escribidor”. ¡Eso es, soy una escribidora! Así me libro de toda pose o
acusación de intelectual y puedo andar
de lo más tranquila en mi afanada vida, sin tener que pensar que diré o que cara pondré si me encuentra usted por
ahí y me hace la injusta imputación de literata. Sí, ese término se ajusta más
a mi personalidad y circunstancias.
De
todos modos, yo tengo una teoría más sencilla acerca de mi facultad para el
relato que me gustaría compartir con usted: fue una coincidencia de
tiempo, espacio y algo de obstinación por mi parte. Resulta que era yo desde
niña muy imaginativa y mamá se empeñó, desde muy temprano, en que se me
alfabetizara aún antes de ir a la escuela. Ahí empezó todo. Ahora, no vaya usted a pensar que mi señora
madre, que en paz descanse, es la culpable de todo esto. No, que va! En honor a
la verdad, ella tenía muy claro su criterio acerca de mi indiscutible
inclinación por la escritura: “Déjese de pendejadas y póngase a estudiar, que
con eso no se come”.
Bien,
por hoy les dejo, pero antes, reciban mi cuento más reciente: Divorcio. Al
igual que el anterior es también inédito. Espero, como siempre, que lo
disfruten y me hagan saber sus comentarios. Aburrrr (perdone, es que soy
sanjuanera) ¡Ah, casi lo olvido! Hay una
nueva sección: El cuenthoroscopo. Ya me dirán.
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